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La belleza

Lo que se considera bello y lo estético en cada época, se refleja en los cánones de belleza como tal, que han ido cambiando a lo largo de la historia (hay incluso momentos de la historia del arte donde la belleza ni está ni se le espera). De alguna forma unas épocas rompen con las anteriores en cuanto a intención y formas, lo que no quiere decir que esos cánones no puedan volver. 

No debemos sin embargo confundir estos cánones o modas de belleza con la realidad de cada momento sino como una representación idealizada que podía estar tan alejada de la realidad como los grandes ojos del manga japonés y la población que los produce. 


Las primeras muestras de arte comienzan siendo figurativas. Representaciones no fieles a la realidad sino a la idea de realidad y en cierto modo muy simbólicas. Pensemos en las pinturas rupestres, altamira o las manos con aerógrafos. 


Es curioso como hoy se tiene culto al cuerpo tal y como era en la antigua Grecia. Si en el futuro se estudiase nuestras publicaciones en instagram como forma de arte, no serían muy distintas de las pétreas figuras de entre el 1200 a. C y el 150 d. D. Los cánones del momento eran la simetría perfecta y la armonía que se consiguen con deporte y buena alimentación. 


En Egipto las representaciones son mucho más esquemáticas, claras, intentan transmitir un mensaje más que unas proporciones, pero la estética, el maquillaje y el cuidado del cuerpo seguían siendo importantes. 


En la edad media, debido a la implantación y expansión del cristianismo, la belleza pasa a ser por y para Dios. La belleza es por tanto una creación divina. En este momento la belleza no se centra en el culto al cuerpo sino en la luz y la divinidad, la belleza está en el interior y radica en la espiritualidad. No hay maquillajes. 


Llegados al renacimiento se intenta escapar de las supersticiones y volver a una época de luz cultural como era la épica clásica. Si bien la estética de los 1000 años pasados con tez blanca y formas redondeadas tarda en desaparecer, los labios y mejillas se visten de color y el cuerpo queda al descubierto volviendo a su culto. La desnudez es la tónica de esta época. 


Llegados al barroco todo se comienza a recargar, se añaden colores, ropas, objetos, maquillajes, torsiones, voluptuosidades y recargo que acabará con el rococó en algunas zonas y expresiones artísticas. Todo relacionado con la acumulación de bienes y riquezas en las manos de ciertos personajes de la sociedad. 


Llegados a la época victoriana la atención se centra en el individuo, la imaginación y la tecnología. Se vuelve al culto al cuerpo y la belleza pero de forma artificiosa con máquinas, cremas, venenos, sustancias tóxicas y cosas de lo más excéntrico. 


Y llegamos a la actualidad donde parece que todo vale y está permitido pero aún así se sigue buscando un cánon que resulta artificioso. La realidad es que el ser humano es diverso, raro, diferente y poco ajustado a cánones… y eso en cierto modo ha costado que se refleje en el arte, hasta ahora.


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