Para quitar
las verrugas, corta un diente de ajo por la mitad. Restriega medio ajo en la
verruga y el otro medio lo guardas en un pañuelo. Cuando se haya secado el
medio ajo guardado, la verruga se caerá.
Si tienes
herpes, vierte un puñado de hojas de melocotonero a 2 tazas de agua hirviendo.
Luego tápalas para dejar que se remojen durante un rato. Aplica las hojas
húmedas y calientes a modo de cataplasma sobre las herpes inflamadas y dejarlas
puestas un rato.
Estos y
otros cientos de remedios los hemos escuchado muchas veces, pero lo peor que te
puede pasar si los utilizas es que te huela el cuerpo a ensalada. Sin embargo,
existen otros muchos remedios que se han aplicado a lo largo de la historia con
mayor o menor acierto. Se trata de algunas de las terapias más extremas y
rocambolescas aplicadas para curar o prevenir enfermedades. Después de todo “Cuando
una medicina no hace daño, deberíamos alegrarnos y no exigir además que nos
sirva para algo” (Pierre Auguste Caron de Beaumarchais).
¡El agua bien fresquita por favor!
Quizá una de
las terapias extremas más conocidas sean los baños con agua helada que los
médicos recomendaban a Charles Darwin (12 de febrero de 1809 – 19 de abril de
1882) para paliar su larga y tediosa enfermedad consistente en fatiga extrema,
palpitaciones, dolor de pecho y problemas estomacales. Hoy en día, el
gastroenterólogo estadounidense Sidney Cohen especula con que Darwin contrajo
la enfermedad de Chagas durante su viaje a bordo del HMS Beagle. Además, podría
haber sufrido úlcera péptica por una infección con Helicobacter pylori, una
bacteria que vive en el estómago y la principal causante de cáncer de estómago
por entonces y hoy en día (Por casualidades de la vida he trabajado tanto con
Trypanosoma cruzi como con H. pylori y ciertamente encaja bastante bien con las
descripciones que de su enfermedad se han escrito).
Pues no le sentaban mal del
todo las aguas frías… estaba el tío cachas. Y con los diez hijos que tuvo, el
agua no estaría tan fría.
Sin embargo,
no puede considerarse que la terapia del agua fría sea una terapia extrema del
todo, de modo que sigamos.
Resucitar a los muertos
Hay
enfermedades chungas, pero ninguna peor que la muerte. Muchos han sido los que
han tratado de traer del más allá a los muertos. Estas son algunas de las
consecuencias de hacer eso.
Mientras disecaba una rana, el profesor de Anatomía de
la Universidad de Bolonia Luigi Galvani, tocó con su visturí un gancho de cobre
y gracias a la descarga eléctrica la pata de la rana se movió estrepitósamente
como si estuviese viva. Supongo que cuando se recuperó del tremendo susto y se
limpió el “occhiello”, se puso a pensar en las implicaciones de dicha
experiencia.
Tras realizar diversos
experimentos con distintas parte de animales vivos, comenzó a incluir en sus
conferencias pequeños experimentos prácticos que demostraban a los estudiantes
la naturaleza y propiedades de la electricicad. Uno de los espectáculos más
macabro que realizó ante el público consistió en electrocutar una cabeza
cercenada de perro con una batería. “Las mandíbulas del can se abrieron, los
ojos se le movieron y, si la razón no hubiera detenido a la imaginación, uno
casi hubiera creído que el animal estaba sufriendo y vivía de nuevo” (Aldini,
sobrino de Galvani).
Hay quien dice que la mayor aportación de este
movimiento conocido como Galvanismo fue inspirar a la joven escritora Mary
Shelley para escribir su célebre Frankenstein en 1818. Sin embargo, colegas de
Galvani como Alejandro Volta, afirmaron que aunque los resultados eran
correctos, la explicación de la chispa de la vida que dio Galvani no era del
todo convincente. Las críticas de Volta hicieron ver a Galvani que aún quedaba
mucho por hacer a la hora de saber la implicación de la electricidad en la
vida. La teoría obvia era que la naturaleza del impulso nervioso era eléctrica,
pero quedaba demostrarla.
Pianogatopianogatopiano,
¡¡¡PIANOOOOOOOO HE DICHOOOOOO!!!
Seguro que habréis escuchado muchas veces eso de que
la música amansa a las bestias, pero en el siglo XVII el humanista y jesuita
alemán Atanasio Kircher reinterpretó
este dicho de una manera curiosa. En 1620 Kircher describió por primera vez el
conocido como piano de gatos. Un instrumento que con el objeto de subir el
ánimo a un príncipe italiano agobiado por las preocupaciones, un músico de la
corte creó para él. Parece ser que el susodicho piano tendría propiedades
relajantes.
El piano consistía en una adaptación del mecanismo de
cuerda percutida que, en lugar de golpear cuerdas afinadas, punzaba o estiraba
el rabo de un gato, convenientemente encerrado en una pequeña jaula y
dispuestos según la tonalidad de sus maullidos de dolor horrible, pero afinado.
Se colocaban no menos de 8 gatos (para hacer una octaba completa) y se han
descubierto grabados de hasta 16 gatos.
Otro que
resucita muertos
Robert Cornicsh, entorno a 1930 estaba seguro de haber
encontrado la forma de revivir a los muertos. El proceso consistía en
incorporar y tumbar el cuerpo del finado varias veces para hacer circular la
sangre, mientras un ayudante lo atiborraba a adrenalina y anticoagulantes. Tras
el éxito obtenido con perros estrangulados decidió probarlo con humanos, en
concreto con el reo condenado a muerte Thomas McMonigle. Sin embargo, el estado
de California le obligó a suspender el experimento ante la posibilidad de que
funcionara y el preso escapase (Hoy en día solo por tener cáncer los dejan
libres aunque hayan matado sin arrepentimiento y pertenezcan a la banda
terrorista ETA http://politica.elpais.com/tag/jesus_maria_uribetxeberria/a/)
Los yogursitorios
El
extravagante y curioso médico estadounidense John Harvey Kellogg es hoy muy
conocido por haber introducido el cereal tostado en nuestros desayunos. Sin
embargo, esta fue solo una de las muchas aportaciones y anécdotas que
acompañaron la vida de este hombre. Jamás consumó su matrimonio pero crió más
de 40 niños con su mujer, estaba a favor de la circuncisión durante de los
lactantes para evitar que se masturbasen al llegar a la adolescencia (JA´ QUE
CRÉDULO), defendía el uso del fenol puro sobre el clítoris para erradicar el
deseo femenino.
Muchas de
estas ideas eran aplicadas en su sanatorio de Battle Creek, en Michigan. Los
pobres desgraciados que tenían la mala suerte de acabar aquí se sometían
diariamente a intensos y continuos ejercicios físicos. Pero eso lo aguanta
cualquiera y a más de uno nos vendría bien. Lo peor era la política de salud de
la retaguardia que mantenía el Dr. Kellogg. Casi todos los días los pacientes
eran conectados a una máquina que les inyectaba 50 litros de agua por el
agujero donde ningún topo quiere aparecer. Les hacía tomar medio litro de
yogurt y otro tanto se le insertaba por el recto para que “los microbios protectores
fuesen directos al sitio donde son más necesarios y pueden prestar un mejor
servicio” (según palabras del propio Dr. Kellogg).
Espero que ese café llevara azúcar, porque sino...
Bueno, por
hoy ya está bien de remedios caseros, que se me está poniendo mal cuerpo. En
otra ocasión os seguiré contando curiosas terapias pero antes os cuento a que
viene lo de las sandalillas del título.
Hoy hace
2000 años del nacimiento de Cayo Julio César Augusto Germánico, También
conocido como Cayo César o Calígula. Se le puso el sobrenombre de Calígula como
diminutivo de Caligas, las sandalias atadas hechas de correas de cuero que
llevaban los soldados de las legiones romanas. Cayo César acompañó desde muy
pequeño a su padre en las batallas y durante ellas vestía en sus pies las
típicas cáligas, pero apretadas y atadas de tal forma que le daban un aspecto
muy simpático, de ahí el nombre de Calígula.
A excepción
de Plinio el Viejo, que elogia al césar, las demás fuentes que han sobrevivido
describen a Calígula como un loco y demente que de pequeño sufría epilepsia, lo
que le llevó a no querer aprender a nadar por miedo a que le diera un ataque en
el agua y muriese.
Si bien sus médicos no se ponían de acuerdo en su
mal, cada uno de ellos le aplicó un remedio a cada cual más loco y disparatado.
Filón de Alejandría, Flavio Josefo y Séneca el Joven le dieron friegas,
sangrías, ungüentos, pociones y brebajes que tomó durante toda su vida. Tan
solo vivió 29 años. Quién sabe si con un piano de Gatos, se habría calmado su
locura.
Buah chaval, ¡me ha encantado la entrada! Tienes una forma de escribir que se hace muy amena, no sé, sin rodeos, muy directa.
ResponderEliminarAsí que nada, ¡a seguir así!
¡¡Saludos!!
PD: No he podido evitar reírme cuando has puesto la foto de Belén Esteban con ese contexto xD
Muchas gracias Myr, es un placer obtener una reacción deseada cuando escribes. Te lo comentaba por Twitter, que considero tremendamente importante el lenguaje cercano, directo y humorístico para llamar la atención en la divulgación. Pero en todo momento, no perder la rigurosidad. Muchas veces se cuentan las cosas mal por no subir el nivel de la explicación. Pues no, explica simplificando, pero con rigor.
EliminarUn saludo.
Jejeje, ¡tremendo! Me he alegrado de que no pusieras una foto de la cabeza de perro, ¡igual no soy capaz de dormir! Aunque el doctor Kellog no le va en zaga: yo probaría con él sus terapias, que se lo tiene merecido.
ResponderEliminarMuy interesante el tema, y qué oportuna la alusión a soltar a los presos ;)
Espero que no hayas fotos del pobre perro, yo tampoco lo aguantaría (bueno igual si, después de destripar cientos de ratas, no creo que tuviera ningún problema jeje).
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Tengo pensadas un par de entradas más a continuación de esta para seguir el tema porque de terapias raras y chungas hay un rato jejeje.
Me he encantado y al leerlo me he acordado de este corto ^^
ResponderEliminarhttp://youtu.be/k921Od06jfE
Jeje, un corto de puta madre. Muy chulo y estéticamente bueno. No sabía que se podría haber hecho un corto sobre un tema así, me ha gustado mucho. Gracias por el enlace
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