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La tercera cultura

 Sin duda, con el incremento del número de conceptos, descubrimientos y teorías, y a medida que el conocimiento adquiere complejidad y completitud, se hace cada día más complicado aquello de ser una “persona del renacimiento” y saber de todo. Hace décadas que es prácticamente imposible ya no solo saber de todo sino saber todo sobre algo. Esta circunstancia es la que podría haber dado origen a lo que Charles Percy Snow denominó las dos culturas. 

En su discurso original Snow habla de las dos culturas desde su perspectiva como ciudadano inglés, donde según él las dos culturas están muy acusadas y diferenciadas. Reconoce haber defendido la existencia de las dos culturas en el pasado, como algo que aunque evidente, no era deseable en su tiempo. Con el paso del tiempo se da cuenta que esta separación no es tal en todos sitios y reconoce que en EEUU, aún habiendo ejemplos recalcitrantes de las dos culturas separadas, hay un flujo mucho mayor de una a otra y una mayor flexibilidad en los planes de estudios. 

Snow indica que es un problema que existan intelectuales de dos culturas científicas que no hablan entre sí, que no se entienden y defiende que hay campos del conocimiento que ya han iniciado la tercera cultura, mencionando la historia social, sociología, demografía, ciencias políticas, economía, gobierno, psicología medicina y artes sociales como la arquitectura. 


Para Brockman por el contrario la tercera cultura está formada por científicos que cultivan la literatura al poner de manifiesto el sentido más profundo de nuestra vida. Está de acuerdo con Snow en la visión de EEUU como el lugar donde florece la tercera cultura y aunque comparte el concepto de “tercera cultura”, opina que los intelectuales de letras siguen sin comunicarse con los científicos mientras que estos intelectuales de Ciencia si lo han hecho con la literatura y las humanidades. 

Sostiene que los únicos avances que lo son como tal son los de la ciencia y cita a Stewart Brand en este sentido. La ciencia se ha convertido en un gran relato.

Para Brockman, la fuerza de la tercera cultura estriba en que no hay grandes corrientes que tiran de los demás sino que se consienten y admiten desacuerdos acerca de las ideas que merecen ser tomadas en serio. Las realizaciones de la tercera cultura no son disputas teóricas que no interesan a nadie sino que afectan a la totalidad del planeta.


En un intento de abordar temas que vienen de una cultura pero interesan a la otra, Snow propone el ejemplo de la biología molecular como campo del gusto y fácil comprensión para las llamadas dos culturas. Un campo teórico con aplicación práctica, inteligible y bello incluso para ilustradores. 


Snow y Brockman concuerdan en que es peligroso tener dos culturas que no se comunican. La ciencia determina en gran parte nuestro destino y quien toma las decisiones debe ser consciente de ella porque los científicos pueden dar un mal consejo y equivocarse, debe haber un juicio posterior. Pero además los científicos deben conocer el concepto social en el que se localiza un avance determinado. 

Mientras que Snow opina que este cambio y desaparición de las dos culturas es posible y debe darse desde la educación, lo cual no resolverá el problema pero al menos hará que seamos conscientes y apreciar en qué consisten los problemas, Brockman sin embargo sostiene que es una cuestión ya resuelta desde la intelectualidad científica. 


Reconoce Brockman sin embargo la aportación de sociólogos, etólogos y antropólogos así como de magníficos periodistas científicos… con lo que está dando la razón a Snow y la tercera cultura estaría relacionada con la interrelación de intelectuales de ambas culturas y no solo con la preeminencia de unos que sustituyen a los otros. 


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