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My Name Is...




  • ¿Cuál es el nombre del virus que ha causado la pandemia de 2020?


A pesar del tiempo que llevamos hablando de ello, de cómo afecta a nuestras vidas y de los millones de veces que se ha podido decir y nombrar, me apuesto algo a que el porcentaje de gente que sabe esta pregunta es bajo. 

  • COVID-19 - responderán algunos y sonará en estruendoso - “MEEEEEEEECK” 


La enfermedad por coronavirus de 2019 se llama “COVID-19”. El coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo es el “SRAS-CoV-2”. 


Los nombres de los virus se basan en su estructura genética, ya que la finalidad es facilitar el desarrollo de pruebas diagnósticas, vacunas y medicamentos. Hoy en día los nombres de virus los decide el Comité Internacional de Taxonomía de los Virus (ICTV). El nombre de este virus se eligió porque está genéticamente relacionado con el coronavirus responsable del brote de SARS de 2003, aunque son virus diferentes. 
Sin embargo, el nombre de la enfermedad busca facilitar la prevención, propagación, transmisibilidad, gravedad y tratamiento y es función de la OMS dar estas respuesta y poner nombre oficial a las enfermedades en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) (1)


Esto de los nombres no siempre ha estado tan claro. En la actualidad la biología usa la denominada nomenclatura binomial o binaria para denominar a las especies vivas y extintas. Como podéis intuir por el nombre de la nomenclatura, el nombre de cada especie es la combinación de dos nombres en latín. El primero designa el género y el segundo el epíteto o nombre específico (Se llama epíteto porque en muchas ocasiones alude a un adjetivo que añade o subraya una cualidad característica) (2). 


El género es compartido con otras especies muy relacionadas genéticamente y próximas. Así el ratón común pertenece al género Mus, con unas 40 especies. 
Ejemplos de Mus minutoides y Mus musculus (3).




El descriptor específico que va detrás funciona como un adjetivo calificativo. De este modo, lo que define inequívocamente una especie es la combinación de ambas palabras.

¿Y el otro género? el de masculino o femenino me refiero. Pues depende.
Bacteria deriva, al igual que del latín bacterium y sería masculinodel femenino griego βακτερια (bastón), a través de su diminutivo βακτεριον (bastoncillo). Así que quien las llame La Bacteria o El Bacterio podrían estar en lo correcto (si bien la convención se inclina por la primera. 
En castellano no existen reglas fijas para determinar el género de una palabra a partir de su terminación. Es cierto que los sustantivos terminados en -a, --z suelen ser femeninos y que los terminados en -e, -i, -l, -n, -o, -r o -suelen ser masculinos, pero podría citarse buen número de excepciones con cualquiera de estas terminaciones. De modo que Staphylococcus o Aspergillus serán masculinos y Candida o Rickettsia serán femenino. 


El nombre de la especie en ocasiones puede ser muy descriptivos y otras veces corresponder a cosas que han pasado en la historia. En cada época se usan referencias culturales distintos y un ejemplo llamativo es la nada despreciable cantidad de insectos que tienen nombre de la saga del Señor de los anillos (4). 
Hay ciertas normas. El nombre de la especie se escribe en cursiva, el género en mayúscula pero el epíteto no, etc. 
Seguramente estás pensando que menudo tostón anda poniendo nombres y apellidos complejos y en cursiva. Bueno, los científicos somos muy ahorradores y lo que hacemos es que la primera vez lo ponemos completo y luego lo mencionamos abreviado. Por ejemplo Drosophila melanogaster se seguiría indicando como D. melanogaster.


¿A quién se le ocurrió esta original y unívoca forma de nombrar las especies? Pues a uno de los primeros que acogió la difícil tarea de ordenarlos y que enseguida se dió cuenta de la utilidad de unificar el criterio para nombrar especies. Nada menos que al naturalista y médico sueco Carolus Linnaeus (1707-1778). Si piensan que ordenar un armario es difícil… este señor intentó ordenar y nombrar TODAS las especies conocidas en el momento de plantas y animales (por supuesto Carlos no conocía los virus ni las Bacterias. Eso vino después). El sistema binomial existía antes de Linneo, pero su uso se extendió y sobretodo, todo el mundo usó los mismos nombres desde entonces. Como curiosidad os diré que si buscáis muchos nombres científicos de especies encontraréis el apellido Linnaeus asociado, porque seguimos llamándoles con el nombre que él le puso. 


Con el tiempo ha existido todo un desarrollo de códigos de nomenclatura y convenciones ligados sobretodo a las grandes sociedades científicas, y aunque no es raro encontrar nombres caprichosos, la mayoría responde a una lógica más o menos bien defendida. 
La persona que descubre una especie tiene el honor de ponerle nombre y suele ser: 

  • Derivado de un epíteto descriptivo (alba, coli, officinalis…)
  • Derivado de un nombre propio en homenaje o reconocimiento (darwinii, Escherichia…
  • Semejanza con un personaje real o de ficción (gandalf, frodo, bilbo…)


Si para los virus existe el ICTV, para los procariotas existe el Comité Internacional de Sistemas de Procariotas (ICSP), un organismo encargado de la nomenclatura, taxonomía y normas según las cuales se nombran los procariotas. Es el comité encargado de publicar el código internacional de nomenclatura de bacterias y funciona oficialmente desde 1980. 


Todas las clasificaciones de plantas y animales tienen un organismo “tipo” con el que se comparan las demás. Ese tipo suele estar conservado en una colección, un museo, etc. Sin embargo para las bacterias el tipo es un cultivo vivo, congelado y conservado en al menos dos colecciones diferentes y disponible para quien lo quiera solicitar. Esto es de vital importancia dada la alta tasa de mutación y cambios genéticos que se producen en las bacterias (pérdida de genes, virulencia, capacidad de adherencia, domesticación) cuando son cultivadas en laboratorios de todo el mundo. 
Si no hubiera una cepa de referencia podría pasar (y sucede) que las características genéticas de una bacteria en un laboratorio sean diferentes a la de “la misma” bacteria en otro laboratorio, con los consiguientes problemas de reproducibilidad de datos. 


La lista de taxones nominales de bacterias es publicada en una sola revista (al contrario de lo que sucede en plantas y en animales hasta la aparición del Zoobank) y es la “Approved List of Bacterial Names”. Sin embargo, los científicos no siempre se ponen de acuerdo y por ahora la clasificación más aceptada es la que hace la oficina editorial del Manual de Bacteriología Sistemática de Bergey, como paso preliminar para organizar el contenido de la publicación. Es la denominada clasificación COBA y está disponible en internet


Hoy en día se utilizan criterios genético y técnicas moleculares de secuenciación de ADN ribosómico para realizar estas clasificaciones, pero no siempre ha sido así. En la clasificación y nombre de las bacterias y resto de microbios se han usado criterios metabólicos (de uso de fuentes de energía o reacciones químicas realizadas), de composición de ácidos grasos, pigmentos, antígenos, producción de sustancias químicas, etc. Clasificar así no es demasiado útil ya que una transferencia horizontal de genes puede hacer que una bacteria desarrolle un cambio metabólico propio de otras especies. Incluso el aspecto, olor y forma de un cultivo puede variar de unas cepas a otras de la misma especie. De ahí que el uso de criterios genéticos sea tan importante. 


La clasificación de los hongos parece estar un poco menos clara. Los estudios filogenéticos modernos han separado el reino Fungi de los protistas o cromistas como Oomycota, que no son verdaderos hongos pero tienen adaptaciones que hacen que se confundan. La clasificación actual divide a los hongos en 5 divisiones reconociendo los grupos parafiléticos (que incluye al ancestro común dentro del grupo pero no a todos los descendientes) (5). Sin embargo el NCBI y otras fuentes científicas sólo consideran los grupos monofiléticos y la clasificación se complica un poco

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