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EL MOMENTO MÁS ESPÆCIAL

Me considero un apasionado de la ciencia. Soy incapaz de concebir un “yo” sin pensamiento científico, sin esa pátina pragmática que da la curiosidad. A lo largo de los años que llevo estudiando, haciendo y divulgando ciencia (y en ese orden por importancia de cada aspecto a lo largo de los años) he tenido oportunidad de conocer y escuchar a muchas personas con formación científica. Son parte de mis amistades y mi profesión y mis ídolos. Pero si hay un colectivo de científicos/as al que tengo especial devoción es a los astrofísicos y astrofísicas. 
Será porque han sido mis mentores en esto de la divulgación y de ellos aprendo siempre. Tengo la seguridad de que la astrofísica se divulga mucho y muy bien desde muchos antes que el resto de disciplinas modernas. 
Por otra parte he tenido la gran suerte de estudiar y trabajar en Granada, donde está uno de los mejores Parques de Ciencia del mundo, donde se localiza el Instituto de Astrofísica de Andalucía, desde donde se puede ver el observatorio de Sierra Nevada y la Antena del IRAM Pico Veleta. 
Además soy afortunado de contar entre mis amistades con grandes divulgadores de la astrofísica como Emilio García, Natalia Ruiz, Manuel González, Miguel Abril, Marcos Villaverde, Víctor Muñoz, David Galadí, Ana Tamayo, etc, 

Sin embargo siempre he sentido que me faltaba ese algo especial que mucha gente tiene con las misiones espaciales. Ese MOMENTO MÁS ESPÆCIAL que describe Javier Armentia. Será porque nací en el 1986. Ese año las misiones americanas Voyager 2 ya estaba a la altura de Urano haciendo un Flyby y se produjo el desastre de la STS-51-L. Los Rusos tenían en marcha la Mir y se hicieron los primeros Flyby de un cometa con Vega 1 y Vega 2 y la agencia europea ya hacía sus primeras observaciones de “cerca” del cometa Halley con la Giotto. ¿Qué quiero decir con esto? que nací viendo normal que hubiera satélites artificiales en el cielo, pensaba que Meteosat llevaba ahí toda la vida y que para cuando necesité un ordenador ya contaba con un Pentium 1 y tenía internet a 500k (una mierda… pero leche, esa mierda ya estaba en mi pueblo de apenas 180 habitantes). 

Sería el verano de 2003 cuando descubrí los libros de Fundación de Asimov y en ese momento me enamoré de la ciencia ficción (no me juzguéis, me pasé muchos años estudiando música y ensayando con mis instrumentos. Para mi la lectura científica llegó tarde)… pero me dió mucha rabia saber que ya había muerto en 1992. Me sentía molesto al ver que cada cosa que descubría, ya había pasado hacía años. Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, Julio Verne, Ray Bradbury, H. G. Wells… no conocería a ninguno. 

Hasta el año 2006. Fuí con mi pareja (ahora madre de mi hijo y esposa) al Parque de las Ciencias. Intentamos verlo todo pero recuerdo con especial cariño la exposición de Titanic y el planetario. El educador de ese planetario (luego les conocí a todos… pero en aquel momento no sabía ni quién era, aunque seguramente sería Roberto) mencionó algo que de alguna forma me tranquilizó. Dijo que cuanto más lejos miramos en el espacio, cuando vemos estrellas muy muy lejanas en realidad estamos mirando al pasado. Que la luz de esas estrellas y galaxias había salido de ellas hacía millones de años y que jamás se podría observar el origen del universo, porque en aquel momento no habría luz. Y sin embargo nos daba una información muy relevante para conocer nuestro presente.

Era en parte lo que me pasaba a mi. Leía aquellos libros de genios del pasado que ya no podría conocer. 

Pero vamos al momento que yo quería llegar. Mi momento MOMENTO MÁS ESPÆCIAL ha sido hace muy poquito tiempo. En concreto el 12 de Noviembre de 2014 cuando la misión Rosetta consiguió depositar a Philae en la superficie de 67P. Seguí la retransmisión en directo desde el Parque de las Ciencias en el auditorio de Macroscopio. 
Creo que ha sido el primer evento de tecnología espacial que he vivido con entusiasmo, siendo plenamente consciente de lo que estábamos viviendo, en un museo en el que he trabajado y al que aprecio profundamente. 

Después de eso para mi ha sido un no parar. Ondas gravitacionales, la foto del agujero negro, he tenido la oportunidad de trabajar en comunicación de varios proyectos de astrofísica y sin duda cada día me apasiona más y más. 

Ahora veo que no pasa nada por haber llegado tarde. No he vivido algunas cosas, pero viviré otras que serán igualmente apasionantes. Posiblemente viva la llegada del hombre a Marte y quien sabe si ese marciano o marciana no podría ser uno de los niños o niñas que vienen a nuestras charlas de astrobiología, que tanto disfruto de interpretar con Emilio, Manu y Miguel


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