Esta mañana me disponía a leer los temas del máster y realizar las tareas de los temas que me tocan esta semana. Al llegar a la asignatura de Bioquímica resulta que el visionario de José M. López Nicolás me tenía prevista una visita al supermercado. En cualquier otro momento me habría parecido un ejercicio curioso y simpático. Y es que entre este señor y Gemma del Caño, cada día paso más horas en el supermercado sin comprar… LEYENDO.
Pero claro, estamos en alerta y pasar un rato haciendo fotos en un super se ha convertido en deporte olímpico y mucho riesgo. De modo que para la actividad de hoy voy a tirar de alacena y de cosas que tengo por casa.
El encargo es el siguiente. buscar ejemplos reales de los varios métodos que hay para elaborar alimentos funcionales. Al principio pensaba que no iba a tener en casa de casi ninguno pero lo he flipado mucho porque son funcionales hasta los que no los compro por ser funcionales. Os explico.
Existe una primera forma de fabricar un alimento funcional que es eliminar un componente del alimento que cause un efecto perjudicial al consumidor o a un grupo de consumidores en concreto. Entran aquí los productos Sin (sin lactosa, sin gluten) y en mi caso además sin huevo. No compramos en casa productos sin huevo por ser vegetarianos sino porque mi hijo Mario es MUY alérgico al huevo. Además en mi caso tengo intolerancia a la lactosa desde hace 4 años. No es muy severa de modo que solo lo tengo en cuenta con la leche, de la que si consumo bastante cantidad, pero del resto no miro (postres, etc). Sin duda de este tipo de productos tenemos todos miles en casa. Flipad porque algunos hacen el doble o triple combo.
En este caso tanto lactosa (para intolerantes o alérgicos), como gluten (celiacos) o huevo (alérgicos aunque también vegetarianos) son eliminados para que puedan ser consumidos por una parte de la población para la que son nocivos.
El segundo grupo es bastante común también aunque en mi caso debo decir que no tengo muchos de estos productos. Son aquellos que se consiguen incrementando la concentración de un componente que ya poseía previamente el alimento funcional - El ejemplo más evidente es el zumo con más vitaminas pero en este caso la leche ya tiene vitaminas A y D y fólico. El caso de los cereales, ya de por si tienen vitaminas, hierro, calcio.
Vamos con la tercera forma. La suplementación del alimento con un ingrediente que no poseía inicialmente - Aquí cabe destacar el graaaaan invento de la leche con pescado… digoooo con omega 3. Si además le añadimos el oleico pues tenemos una rica ensalada. Los ácidos grasos omega 3 son un tipo de grasas poliinsaturadas beneficiosas para la salud.
Y de este tipo hay un ejemplo que no por llevar mucho tiempo entre nosotros merece menos ser destacada. La Sal Yodada para prevenir el bocio y el cretinismo.
El ejemplo de la leche nos vale para este cuarto tipo. Aquellos productos funcionales que consisten en sustituir un componente con efectos perjuidiciales por por otro con efectos neutros o positivos - Es lo que sucede cuando pones una leche semidesnatada pero a la que añades omega 3 y ácido oleico. Sustituyen unas grasas por otras más saludables a priori.
El quinto ejemplo es el que más me ha costado encontrar, de hecho no tenía nada en casa. Son aquellos en cuyo proceso se procede a la alteración de la biodisponibilidad de alguno de los nutrientes presentes para mejorar la salud. Mejorando los que producen beneficios o empeorando los que tienen efectos perjudiciales - Danacol, benecol y margarita flora que baja el colesterol
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